lunes, 16 de noviembre de 2015

Viajes espaciales

 Respecto al artículo anterior acerca de planetas "terrestres" habitables cerrábamos preguntándonos si sería posible llegar a ellos. Pues la respuesta es si.

 La estrella más cercana a nosotros (además del Sol claro) es Próxima Centauri a 4,2 años luz de distancia. Es decir, si viajásemos en una nave a la velocidad de la luz tardaríamos 4,2 años en llegar.

 Las naves más rápidas actuales tardarían unos 72.000 años en llegar a Próxima Centauri, pero se está experimentando con nuevos propulsores como los Orion que podría reducir este tiempo a menos de cien años. Aún así es mucho tiempo.

 Además de la distancia otro punto a tener en cuenta es la energía empleada en mover esa nave. Dicha energía sería decenas de miles superiores a las actuales.

 También hay que salvar los problemas de viajar a gran velocidad por el espacio, ya que éste no es un medio vacío, sino que existen partículas que atravesarían el casco de la nave como si fuera mantequilla, por no hablar de la radiación y un largo etcétera.

 Existen numerosos proyectos de propulsión, nucleres, plasma, solares, etc, pero todos siguen la teoría de la relatividad al pie de la letra, es decir, que aunque llegásemos allí, la Tierra de la que partieron habría desaparecido debido a la dilatación en el tiempo que se produce al viajar a velocidades prçoximas a la luz. El viajero espacial envejece a un ritmo normal, para él el tiempo pasa normalmente, mientras que para los que nos quedásemos en la Tierra pasarían millones de años.

 Hay varias formas de llegar, la primera es construir una gigantesca nave donde pasar la vida, tener hijos, que estos pasen su vida y que sus hijos (nuestros nietos) o los biznietos de éstos llegasen algún día a ese planeta.
 Este método resulta poco efectivo, ya que las generaciones siguientes a la primera en partir de la Tierra no verían ningún sentido abandonar su hábitat donde generaciones se han criado, vivido y muerto. Además de olvidar para qué de aquella misión que encomendaron a sus tatarabuelos.

 Otra opción es construir una nave, como la ideada por Stephen Hawking, la cual puede llegar a casi la velocidad de la luz (llegar a la velocidad de la luz es físicamente imposible). Al principio no iría demasiado rápido, sin embargo iría acelerando con el tiempo y en tan sólo una generación pordría llegar al límite del universo. Pero este método, como hemos mencionado anteriormente, tiene el inconveniente de la teoría de la relatividad, es decir, no habría una Tierra esperando a los astronautas porque para nosotros habrían pasado millones de años. En física se suele decir que "la luz es la vara de medir" del universo.

 Menos mal que tenemos una cosa llamada imaginación y no nos dejamos derrotar fácilmente.


 La NASA ha presentado el diseño de un prototipo de nave similar a la de Star Trek que "podría hacer de los viajes interestelares una realidad". Este trabajo está liderado por el investigador Harold White, conocido por sugerir que viajar más rápido que la luz (FTL) es posible, en colaboración con el artista Mark Rademaker.al como la de Star Trek. Whitw se ha basado en las teorías de Alcubierre para llevar a cabo su proyecto.

Concretamente, White ha señalado que el uso del empuje 'Warp' --que permitiría propulsar una nave espacial a una velocidad equivalente a varios múltiplos de la velocidad de la luz-- es viable y que este tipo de naves podrían jugar con el espacio-tiempo y cubrir grandes distancias casi instantáneamente. Salvando así el problema de la teoría de la relatividad de Einstein. Por fín una solución para que los viajeros espaciales encontrasen su Tierra de vuelta.

 La nave en cuestión se llama Enterprise IXS, en honor a la famosa saga cinematográfica, y se comportaría exactamente igual a ésta, creando una burbuja espacio-temporal alrededor de la nave que la catapultaría "surfeando" el espacio tienpo, hasta llegar a su destino.

 A pesar de estar todavía lejos la fabricación de una nave similar, White y su equipo están haciendo pruebas en la NASA para poder aplicar estas teorías en un viaje a la Luna o a Marte, reduciendo drásticamente el tiempo empleado en dichos viajes.

 Quien sabe, si todo va bien y a pesar de todo, puede que tengamos salvación en otro sistema planetario...

martes, 25 de agosto de 2015

Exoplanetas. ¿Nuestro futuro?

 Es curioso como el ser humano es capaz de imaginar las maravillas más extravagantes, como llegar a la Luna, y negarlas a la vez.

 He tropezado muchas veces con gente, que no sigue nada en absoluto la materia, que asegura, porque sí, que el ser humano no ha llegado a la Luna y que todo fué un invento de Estados Unidos para ganar la carrera espacial a Rusia. Y es que es más fácil destruir que crear. Que pena. Después del ingente esfuerzo de los mejores ingenieros del mundo, una proeza que casi sume en la pobreza a una nación, la última conquista del ser humano sigue en entredicho, repito, sobretodo por personas ajenas completamente a la ciencia o a la astrofísica.

 Os dejo una de las muchas fotos que han revelado diversos telescopios terrestres para su divulgación, de un esfuerzo conjunto de varias naciones por desmentir acusaciones injustas e infundadas.


 Lo que viene a colación del tema que me ocupa hoy, los llamados exoplanetas, que son los planetas que los científicos están hallando fuera del sistema solar.

 Lo cierto es que es más cómodo, e ingénuo, creer que somos los únicos seres inteligentes del universo, sobretodo para los que ostentan algún tipo de poder. Cuanto más domines a los tuyos, más dóciles y ductiles serán. Pero ¿qué pasaría si hubiese otro mundo no sólo capaz de albergar vida, si no que tuviese ya vida inteligente, o mejor aún (o peor, según se mire), mucho más avanzada que nosotros?. ¿Seguiríamos bajo el yugo de la opresión sabiendo que podrían existir otros mundos como el nuestro sin el sistema autoimpuesto de exclavitud llamado "hipoteca, factura de la luz, agua, teléfono, etc, etc, etc"?. ¿Podríamos empezar de nuevo siguiendo otro camino y eliminar de la ecuación la mayor equivocación de la humanidad, el dinero?.

 Resulta que nuestro sistema solar, si, incluído nuestro planeta, tiene 4.500 millones de años. Sólo nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene 13.200 millones de años, el triple de años. Se calcula que podría contener hasta 400.000 millones de estrellas. Nuestro Sol es de las estrellas más comunes en el universo.

 Para diciembre de 2014, las observaciones del telescopio Kepler habían encontrado más de 4.000 exoplanetas, 997 confirmados y 3.216 pendientes de confirmación. Partiendo de los datos de la misión, los astrónomos han estimado la existencia de 40.000 millones de planetas del tamaño de la Tierra orbitando sus estrellas en la zona de habitabilidad (de ellos, 11.000 millones en torno a estrellas similares al Sol). Estas cifras suponen que el exoplaneta habitable más cercano podría estar a tan sólo 12 años luz de distancia

 Obviamente todos los planetas que se están  encontrando no son susceptibles de albergar vida. Hay desde gigantes gaseosos como Júpiter hasta planetas rocosos fríos e inertes como Marte, pasando por una amplia gama de variedades.

 Pero los que nos interesan son los que sean habitables y/o pudieran albergar vida ya en ellos. Esto se mide con el Indice de Similitud con la Tierra (IST) en el que la Tierra tiene un valor de 1, y por ejemplo Venus tiene un 0,78. Nos interesarían pues planetas que tuviesen índice entre 0,95 y 1.

 Para estimar el «Índice de Similitud con la Tierra» de un cuerpo planetario, se necesita conocer su radio, densidad, velocidad de escape y temperatura superficial. Estos parámetros se suelen calcular sobre la base de una o más variables conocidas. Por ejemplo, para obtener la temperatura en superficie se consideran la irradiación, calentamiento por marea, albedo, insolación y calentamiento por efecto invernadero del planeta. En caso contrario, se emplea la temperatura de equilibrio planetario o se infiere de otros parámetros.
Un exoplaneta que tenga un elevado IST (es decir, con valores comprendidos entre 0.8 y 1) es probable que sea rocoso y que disponga de una temperatura superficial moderada.
El IST no es una medida de habitabilidad, aunque debido a su referencia con la Tierra, algunas de sus funciones se asemejan a este tipo de medidas. Tanto el ESI (IST) como los análisis de la zona de habitabilidad tienen en común el uso de la temperatura superficial como función principal así como su relación con la Tierra.

 El IST se halla por la expresión:




 Donde  x_i es una de las características del planeta (por ejemplo, temperatura superficial),  x_{i_0} es el valor de referencia terrestre para ese atributo (en términos de temperatura, 288 K),  w_i es el peso otorgado a la propiedad, y n es el número total de propiedades del planeta. Los pesos colocados en forma de exponente ajustan la sensibilidad de la escala e igualan sus significados a través de las distintas propiedades. El conjunto de propiedades, sus valores de referencia y sus exponentes de peso figuran en la siguiente tabla.

Propiedad Valor de referencia Peso
Radio medio 1.0 Earth 0.57
Densidad aparente 1.0 Earth 1.07
Velocidad de escape 1.0 Earth 0.70
Temperatura superficial 288 K 5.58

 El IST ha sido dividido en dos componentes para medir los diferentes aspectos de similitud física: El IST Interior y el IST Superficial. El radio medio y la densidad aparente comprenden el IST Interior, mientras que la velocidad de escape y la temperatura superficial, el IST Superficial. El IST Global se suele citar como una medida global.


 Veamos algunos conceptos para comprender la tabla de exoplanetas.

 La SPH (en inglés: Standard Primary Habitability) es la idoneidad para la vegetación en una escala de 0 a 1. Depende de la temperatura superficial y de la humedad relativa si se conoce.

 La HZD (en inglés: Habitable Zone Distance) es la distancia respecto al centro de la zona habitable en una escala de -1 a 1, donde -1 representa el confín interno de la zona, y 1 representa el confín externo. Este valor depende de la luminosidad y temperatura de su estrella, así como del radio de la órbita planetaria.

 La HZC (en inglés: Habitable Zone Composition) mide la composición de un planeta. Valores cercanos a 0 supondrían probablemente una combinación de hierro, roca y agua; valores inferiores a -1 representarían objetos astronómicos muy densos, compuestos principalmente de hierro; y valores superiores a +1 objetos astronómicos compuestos fundamentalmente de gas. Depende de la masa y del radio de un planeta.

 La HZA (en inglés: Habitable Zone Atmosphere) mide la densidad atmosférica del planeta. Valores inferiores a -1 representan objetos astronómicos probablemente carentes de atmósfera, y valores superiores a +1 representan cuerpos con gruesas atmósferas de hidrógeno, como los gigantes gaseosos. Planetas con valores entre -1 y 1 pueden presentar atmósferas idóneas para la vida (si la composición es adecuada), aunque el cero no representa el óptimo. El valor depende de la masa, radio y órbita planetaria, así como de la luminosidad de la estrella.

 La clase planetaria (pClass, en inglés: Planetary Class) clasifica objetos según la zona térmica (caliente, tibio o frío, donde "tibio" representa a un cuerpo situado en la zona habitable) y la masa (asteroidal, mercuriana, subterrestre, terrestre, superterrestre, neptuniana, y joviana).

 La clase de habitabilidad (hClass, en inglés: Habitability Class) clasifica planetas según su temperatura superficial: hipopsicroplanetas (hP) = muy fríos (<−50 °C); psicroplanetas (P) = fríos (-50 ºC a 0 ºC); mesoplanetas (M) = temperatura adecuada para la vida (0 ºC a 50 °C); termoplanetas (T) = cálidos (50 ºC a 100 ºC); e hipertermoplanetas (hT) = muy cálidos (>100 °C). Los mesoplanetas podrían ser térmicamente aptos para la vida, siendo objeto de debate la habitabilidad en objetos del resto de clases (especialmente P y T), que podría presentarse en formas de vida simples (extremófilos). Los cuerpos de clase NH (no habitable) no son aptos para la vida tal y como la conocemos.

 

 Recientemente se han hallado exoplanetas con indices muy superiores como KOI-4878.01 con un IST de 0,98 o GLIESE 581 g con un IST de 0,99 confirmado.

 Además, en el caso de KOI, no se encuentra anclado por marea, lo que quiere decir que rota sobre sí mismo ofreciendo días y noches, y potencialmente, estacionalidad.

En esta imagen vemos una  representación de KOI-4878.01
 Considerando sus características, si se confirma la existencia de KOI-4878.01 las probabilidades de que albergue algún tipo de forma de vida sobre su superficie, son extremadamente altas.
El próximo tránsito se espera para el 10 de octubre de 2016.


En la siguiente imagen vemos una representación de GLIESE 581 g comparado  con la Tierra.

 ¿Entonces?. ¿Podríamos vivir en KOI-4878 o en GLIESE 581?. La respuesta es, casi seguro que sí.
 El "casi seguro" es debido obviamente a que no se puede asegurar al 100% hasta que no vayamos allí.

 ¿Y cómo iríamos allí?. Ese será el sorprendente próximo artículo de "El blog de Calenti".